Este masaje al compartirlo con actitud de respeto y amor llega a lo más profundo y valioso de nosotros, a aquello que no vemos con los ojos físicos pero que intuimos que existe y que llevamos en nuestro interior desde siempre.

El Masaje Celular es el regalo del alma, el regalo que nos hace la vida, que nos hacemos a nosotros mismos y hacemos a los demás. Es el regalo que nos hicieron a Carmen Benito y a mí en el año 1998 al compartir con nuestros amigos «especiales», internos en una residencia de la Fundación ANDE en Madrid.

En este masaje se armonizan los principios del Masaje Metamórfico, descubierto por el doctor Robert St. Jhon y que aplicó en la cabeza, manos y pies, con los suaves movimientos en la columna vertebral, movimientos que en mi opinión completan y potencian los beneficios producidos por el Metamórfico.

Este masaje al compartirlo con actitud de respeto y amor llega a lo más profundo y valioso de nosotros, a aquello que no vemos con los ojos físicos pero que intuimos que existe y que llevamos en nuestro interior desde siempre; aquello que sentimos a menudo y que también dejamos con frecuencia al creerlo fruto de nuestra imaginación.

En el transcurso de nuestro compartir con la otra persona a la que estamos aplicando nuestras manos, ésta, de forma natural va viviendo y sintiendo diferentes etapas de su vida: el instante en el cual fue concebida y entró en el vientre materno, los meses de gestación dentro de su madre, el momento en el cual sale al mundo exterior y que llamamos nacimiento físico, y desde ese nacimiento todas las experiencias que vive cómo bebé, adolescente, adulto, etc., hasta este momento presente, este nacimiento constante que vivimos a cada paso del camino.

Además de estas etapas, conectamos igualmente con otra valiosísima llamada de pre-concepción, etapa que no está sujeta ni a las leyes de la materia, ni el tiempo y el espacio, tales y cómo nosotros las conocemos. ¿Qué significa esto? Significa que a través de los cuidados que recibimos en este masaje estamos llegando a capas profundas de nuestra existencia, a experiencias que vivimos antes de llegar aquí, con este cuerpo físico que estamos usando en este momento, con este nombre, con este rol que interpretamos en esta etapa de nuestra vida.

Tal vez, en algún momento de recibir este masaje, me quede profundamente dormido… Está muy bien porque es entonces cuando he soltado el mental, mi yo analítico, y estoy con el alma abierta a lo que la vida me está transmitiendo de verdad. Voy a recibir imágenes cada vez más claras de quién soy realmente, qué he venido a hacer aquí, cuales son las herramientas valiosas que llevo en mi interior y cómo usarlas para beneficiarme a mi mismo y a los demás.

Este es el masaje en el cual, ayudando a la otra persona, aprendo a cuidarme mejor, porque cuando voy descubriendo los valores y la belleza que llevo en mi interior desde siempre, comienzo a sentir y ver la belleza y posibilidades que tienen todas las personas con las cuales convivo. Cuanto más me voy cuidando a mi mismo, ayudando a su vez a los demás, mejor veo y siento la manera para que ellos vean también con claridad cómo mejorar, transformar y sanar viejas emociones y hábitos. Cuando voy desarrollando y poniendo en práctica mis mejores cualidades, estas me dan coraje para soltar igualmente aquello que ya no me sirve. En la medida en la cual voy cambiando y mejorando, ayudo también a la persona que recibe mi masaje a mejorar y evolucionar, no importa sus características físicas o mentales. El cambio es inevitable, para ella y para mí.

¿Cómo puedo aplicar el Masaje Celular en el mundo intenso y precioso de la Educación Especial?

Es muy sencillo. Lo principal es la actitud que tengas hacia ti mismo y hacia la persona que tienes junto a ti. Siéntete y siéntela; observa y comprende que ese es el momento justo, el que os ha regalado la Vida para que os encontréis, os escuchéis, comuniquéis y os regaléis mutuamente. Ni antes ni después… ahora. No te preocupes ni te atrapes tampoco en el rol que en estos momentos te toca realizar, sea cual sea el parentesco que te une a ese ser tan especial o la relación cómo profesional que tienes con él.

Te han repetido una y otra vez, un día, meses, incluso años, que esa persona cuando era niño o niña nació con el «síndrome de…»; y ese mensaje se ha ido repitiendo en ti y para él durante vuestro camino, el tuyo y el suyo, hasta el momento presente. Sabes que tus pensamientos producen un gran impacto en tu vida y en tu entorno. «Así cómo pienso, así soy». Figúrate lo que significan mis propias palabras, repetidas una y otra vez, repetidas hacia mi mismo y hacia las otras personas… y mis acciones.

Eres esa madre y ese padre que quieres lo mejor para tu hijo; eres ese profesional con vocación auténtica que trabajas y compartes lo mejor de ti para ayudar a estas personas que están a tu cuidado. ¿Recuerdas? Cuando tu mirada se encuentra con la suya, sus ojos son ese espejo limpio que te refleja aquello que aprecias en ti, lo que valoras y amas… y también, tus propias dudas, temores y eso que todavía no te has animado a cambiar.

Es posible que con su mirada y su silencio nos pregunten si existe alguien en nuestra sociedad que sea plenamente normal, equilibrado; si todos nosotros no somos discapacitados, cada uno en una o varias habilidades y en un comportamiento específico. Me he llegado a creer que esa persona tiene el «síndrome de…» porque lo he escuchado una y mil veces, porque lo he visto escrito también muchas veces, y porque entre todos, sin querer dañar, hemos enviado sin palabras a esa persona el mensaje sutil que es así, de esa manera. Y algunas personas también se han creído que no puede cambiar.

Cuando esa persona es huidiza y silenciosa y yo no lo acepto y me remueve por dentro, ¿me está mostrando tal vez la parte miedosa y cerrada de mí que tengo ya que abrir y soltar, la cualidad que llevo latente en mí que necesita ya expresarse y regalar?

Cuando me encuentro con esos ojos auténticos que me miran con inocencia y valor porque no tienen nada que ocultar, con esa risa espontánea y sincera que no se avergüenza de nada, con ese abrazo cariñoso que no me pide nada a cambio, ¿qué me recuerda de mi mismo?

Te propongo ahora, con respeto y cariño un hermoso y valioso juego. El juego de soltarte, confiar y dejar que esa persona especial te cuide hoy a ti. Te lo mereces ¿verdad? Para ella va a ser una valiosa oportunidad. No te preocupes porque está plenamente capacitada para hacerlo. Hoy, aquí, en este instante y durante el tiempo que dure tu comunicación con ella a través de este masaje, suelta fuera lo que piensas de esa persona y no permitas que su situación física o mental te condicionen; tampoco la relación que os une, porque ella es muchísimo más que lo sabemos y vemos con nuestros ojos físicos. Hazlo hoy, ¿de acuerdo?

Vas a poner tus manos para darla el masaje en las partes del cuerpo que te voy a explicar en unos instantes. Son movimientos muy sencillos que no requieren fuerza física para aplicarlos, y que pueden dar todas las personas, desde niños a ancianos. Igualmente, vas a sentir si lo practicas regularmente la necesidad de ampliar tus movimientos, de investigar, de ir más lejos, tanto en tu manera de darlos, cómo extenderlos a otras zonas del cuerpo. Es un viaje fascinante, abierto especialmente para ti y para ella. Descubrirás que este masaje-actitud no tiene límites; cuanto mas lo compartáis esa persona y tu más vais a desear continuar y seguir explorando las posibilidades que os ofrece.

Tal vez en algún momento de vuestra experiencia pienses que «no sucede nada»; aún así sigue adelante. En otro momento, tal vez te enfrentes a una reacción extraña de la otra persona que te desconcierte o incluso te produzca temor pensando si lo estás haciendo bien o estas tocando algo en ella que la daña en su interior. Confía y sigue adelante; has tocado algo en ella que la despierta, la hace reaccionar, y a veces, afortunadamente, también rebelarse. Si tu actitud con ella es respetuosa, amorosa, todo os saldrá bien.

Ahora te pido algo que eres capaz de lograr: soltar por hoy tus expectativas hacia esa persona. Cierra tus ojos… y simplemente siente, confía. No busques nada, no persigas ningún resultado. Lo mejor que tenga que suceder para ti y para élla vendrá, de hecho ya está sucediendo. Deja que sea tu intuición la que dirija tus manos y permítelas que hablen en silencio por ti. Y no te preocupes porque de forma natural sabrás cómo dirigir tus manos, a qué ritmo y durante cuánto tiempo estar con esta persona. Lo más importante es tu actitud, que te sientas relajada y tranquila y te abras a lo que la otra persona desee transmitirte a través de su silencio y su forma de ser.

Mientras le das el masaje con tus manos, permítele a su vez que ella, en retorno, te regale todo lo que tú necesitas. No lo analices con tu mente; simplemente ayúdala con tu apertura interior, porque ella sabe perfectamente cómo actuar y cuidarte. Concédele esa oportunidad, porque en la medida en que ella sea generosa y te regale, se va a ayudar a sí misma a dar un salto adelante y evolucionar.

Forma de aplicar este masaje

Tenemos la cabeza, las manos, los pies y la columna vertebral para trabajar en ellas. Puedes comenzar por donde desees. Si te dejas sentir y también «escuchar» a la otra persona, acertarás plenamente.

Si comenzamos por la cabeza, ponemos nuestras dos manos en su parte delantera, donde se une la frente con el cabello; seguimos hacia la parte superior pasando por la fontanela y recorremos el centro de la cabeza, siguiendo por detrás hasta el cuello, en el nacimiento de la columna en la 1ª vértebra cervical. Una vez allí, abrimos nuestras manos y las llevamos cada una subiéndolas por los laterales de la cabeza y por detrás de las orejas hasta las sienes. Seguimos de nuevo subiendo las manos hasta la parte alta de la frente y repitiendo el mismo recorrido las veces que creamos convenientes.

Desde allí podemos pasar a las manos, primero una y después la otra. Tomamos su mano con la nuestra, y con la que tenemos libre comenzamos a acariciar en la parte superior de su dedo pulgar, siguiendo por su lateral exterior, la yema, deslizándonos hacia abajo, hasta su muñeca, a la que rodeamos con nuestra mano masajeándola con suaves movimientos circulares. Podemos recorrer el camino a la inversa y repetir los movimientos las veces que deseemos; o también comenzar de nuevo desde el pulgar y repetir el recorrido. Una mano y después la otra.

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Ahora seguimos a los pies. Los cuidamos igual que a las manos, por su parte interna desde la zona superior del dedo pulgar, «gordo», bajando por su lateral interno y recorriendo el pie hacia abajo pasando por su arco y bajando hasta el talón. Al llegar allí, con nuestra mano rodeamos la pierna en su unión con el pie a la altura de los tobillos, acariciando la zona con suaves movimientos circulares, al igual que hicimos con las muñecas de las manos. Primero un pie y después el otro.

Pasamos ahora a la columna vertebral. Podemos poner nuestras manos directamente sobre la piel, o si la persona prefiere estar vestida, aplicar nuestros movimientos por encima de la ropa. Los beneficios son los mismos. Comenzamos en la nuca, bajando nuestras manos suavemente y sintiendo cada una de sus vértebras, hasta finalizar en el coxis; una vez allí podemos volver hacia arriba recorriendo la columna hasta llegar a la 1ª vértebra cervical. También, desde abajo, o desde arriba, podemos recorrer el camino llevando nuestras manos por los dos canalillos laterales de la columna. Al igual que en las otras zonas, podemos repetir estos movimientos las veces que creamos necesarias.

Al finalizar nuestro masaje, es muy bonito compartir un tiempo de silencio con la otra persona, sin hacer nada… simplemente viviendo esos instantes.

El tiempo que suele emplearse para aplicar una sesión en las cuatro zonas suele ser de 45 minutos a 1 hora. Si vamos a aplicar este masaje a una persona psíquicamente especial, debemos escucharnos a nosotros mismos con atención, escuchándola igualmente a ella, «sintiendo su pulso», porque lo que ayer nos resultó válido, tal vez hoy tengamos que modificarlo sustancialmente. Es fundamental dejarse sentir, e ir aplicando esta terapia en función de la receptividad que en esos momentos tiene esa persona, de las emociones y reacciones que nos expresa, y nunca forzar. También es hermoso que suceda así; lo importante es que haya comunicación entre vosotros y estéis dispuestos a compartir este masaje más veces.

Si en vez de poner tus manos en la 4 zonas, únicamente puedes cuidarla los pies, o las manos, o la columna, o la cabeza, no hay ningún problema. También es un masaje completo. Recuerda que esta terapia va más allá de la materia, del lugar donde estás, del tiempo…

Si logras dar a esa persona tan especial unos breves minutos de caricias en esa parte de su cuerpo que tu intuyes, ¡enhorabuena! Mañana, o la próxima semana ya descubriréis los dos cómo seguir el juego.

¿Con que frecuencia puedo dar este masaje? 

La persona te lo va a indicar con su comportamiento y receptividad en el caso de que no pueda decírtelo con palabras, y si puede verbalizar te lo expresará claramente. Al principio puedes aplicarlo una o dos veces en semana, pero si ves que ella te lo acepta con un intervalo de tiempo más largo, o lo rechaza, no fuerces nada y adáptate a su forma de ser.

Si trabajas con varios niños en tu aula o residencia, puedes darles un breve masaje a cada uno de ellos unos minutos al día, o entre semana, para lo cual es posible que necesites la ayuda generosa de alguna de tus compañeras o compañeros.

Si eres la madre o el padre de ese niño o esa niña, también le puedes dar cada día unos pasecitos, tal vez cuando se vaya a dormir o en esos momentos del día en los que está especialmente traviesa. Compártelo siempre como un juego, cómo un valioso regalo, y lo disfrutaréis mutuamente.

¿Existe alguna contraindicación para dar este masaje?

En los años que llevo practicándolo en niños, jóvenes, adultos, y ancianos, no he encontrado ninguna. Todas ellas, personas con características físicas y mentales muy distintas. He conocido sin embargo a otras que, después de la primera sesión o en un período de tiempo muy corto, decidieron no seguir recibiéndolos al descubrir en ellos emociones y sentimientos nuevos que les desconcertaban, reflejándo las situaciones de su vida que necesitaban soltar o transformar. No es el caso de aquellas que dejaron los masajes después de un tiempo, por considerar que habían logrado lo que necesitaban.

Creo que respetando la forma de ser de cada persona, el masaje que reciba siempre será beneficioso para ella.

Beneficios al recibir nosotros mismos este masaje

Te sugiero recibirlo de alguna persona con la que te encuentras a gusto, para que descubras qué es lo que sientes con él. Elige una habitación cálida y tranquila, ponte ropa cómoda, cúbrete con una mantita, relájate y cierra tus ojos. Y simplemente confía.

Puede ser una experiencia muy gratificante compartir estos masajes entre los mismos profesionales de ese colegio, centro o residencia de educación especial, descubriendo sus ventajas y regalándoselas a su vez a las personas que tienen a su cargo. Igualmente es muy valioso y hermoso cuando este colectivo de profesionales se anima reuniéndose con los padres y otros familiares de estos niños o adultos, formando entre todos un grupo en el cual puedan compartir estos masajes, dialogar, buscar nuevos caminos. Los logros no se hacen esperar.

Miguel Ángel Alfonso
Maestro de Educación Especial

Artículo extraído con autorización del la revista Natural:
https://naturalrevista.com/el-masaje-celula…acion-especial-2